Cuevas y Simas de la Febró







Avencs de la Febró 
Son un conjunto de tres grietas profundísimas provocadas por una falla en las montañas de Prades, corren paralelas a lo largo de un riscal, situadas cerca del refugio de la Mussara. De las tres grietas sólo visitamos la más grande, pues en las otras dos el acceso es bastante difícil entre dos paredes muy estrechas y hay que tomar muchas precauciones, queda reservado a los espeologos con equipación. Dejamos el coche en una explanada cerca del refugio, para visitar el pueblo abandonado y el mirador, una vez salimos de la gran balsa enfrente de la iglesia abandonada de Sant Salvador, seguimos un sendero hasta que se cruza con la carretera de la Febrò, Seguimos rectos hasta encontrar una bifurcación en la que seguiremos el sendero de la derecha, señalizado con marcas blancas y amarillas del PR. hasta encontrar un estrecho sendero a nuestra izquierda que nos llevará hasta el borde de la grieta. El camino continúa paralelo a la sima hasta llegar al punto por el que descenderemos, marcado con un hito de piedras. Entrada a la grieta Para visitar los Avencs de la Febró hay que tener claro que la ropa se va a manchar de barro, conviene tener en cuenta también que la temperatura es algo mas baja que en el exterior puesto que el sol nno llega nunca, no está de más llevar casco. No hay que olvidar que sin ser una excursión peligrosa, sí que requiere cierta precaución, al comenzar el descenso hay que tener cuidado. No es peligroso, pero la progresión debe hacerse poco a poco, vigilando no resbalar. Poco a poco descendemos los tres niveles para alcanzar el fondo de la grieta. La sima tiene en su punto más bajo una profundidad de 30 metros y una anchura máxima de 8. Llegamos a la típica foto de una enorme roca encallada en la grieta se termina el descenso en el suelo inferior de la sima. Son unos 300 metros de longitud que tiene la cavidad dejando a nuestra izquierda la entrada a la Cova Gran, tambien llamada "Gruta del Silencio", que visitaremos más tarde. A lo largo de toda la brecha se abren otras cavidades más pequeñas y alguna que otra sima. Avanzamos en ligero ascenso hasta el final de la grieta donde se acumulan unos grandes bloques de piedra. Cuidado en este punto, pues al final del último bloque la grieta continúa y hay una fuerte caída. Es un tramo que necesitaríamos ir equipados para explorarlo. A nuestra derecha hay una vía ferrata que conduce al exterior y son las grapas que vimos cuando alcanzamos la sima desde el sendero. Un poco mas adelante de la Cova Gran, la sima gira una poco a la izquierda y queda una pared de roca con una gran raiz de arriba a abajo, en ese punto, a la derecha hay una grieta que parece que no va a ninguna parte pero que da paso a las otras dos simas, con sus correspondientes cuevas. Luego se realiza el camino inverso para explorar la Cova Gran. Es posible adentrarse con cuidado en caso de disponer de frontales pues las rocas resbalan bastante y el suelo no es muy fiable en la sala principal hay una gran estalagmita, desde la sala principal se puede continuar explorando la cueva pero habría que arrastrarse en algunos puntos se puede rodear la estalagmita fálica, descubriendo las dos pequeñas columnas hasta la zona donde la cueva se estrecha y parece que comunica con otra sala. Regresamos a la sala principal y de ahí a la salida de la cueva, para el ascenso hay que pasar bajo la roca encallada. La subida resulta, evidentemente, más sencilla. 



























































































































La Mussara Formó parte del condado de Prades desde su fundación. Pueden verse ocho edificios en ruinas al lado de cada edificio hay un poste con el indicador de la familia. El único que está conservado es la antigua iglesia de San Salvador con un campanario de 1859 y en el que aún se evidencian rastros del primitivo edificio gótico sobre el que se construyó este templo. En su interior se encontraba una imagen del siglo XIV de la Virgen del Patrocinio que se conserva en el Museo de Reus. A los habitantes de este pueblo se les conocía como ranas ya que, al llover, se formaba un pequeño embalse natural que servía para dar de beber a los animales. También tiene su origen en este pueblo una frase en catalán, baixar de la Mussara (bajar de La Musara), cuyo significado es el de ignorar aquello que todo el mundo sabe y que tendría su equivalente en español en la frase estar en la higuera. Aparece citado en documentos de 1173 donde consta que el pueblo estaba ya habitado. La iglesia de La Musara aparece citada en un bula de Celestino III de 1194. El templo mantuvo la categoría de parroquia hasta que en 1534 pasó a depender de la de Vilaplana. La tradición asegura que el pueblo fue abandonado el pasado siglo por culpa de una epidemia de filoxera. Si bien las viñas son la base de la economía de este rincón de la comarca del Baix Camp, la realidad es que su despoblación resultó más prosaica: fue la falta de agua la que frenó la agricultura. Las dos fuentes del municipio no manaban demasiado caudal. Fue el comienzo del fin. Otro factor que ayudó a la despoblación es que la especulación inmobiliaria que pretendió construir en la zona una posible urbanización. De esta forma, los vecinos de la Mussara se fueron marchando hasta que en 1961 se deshabitó por completo. La niebla es un elemento sugestivo que no falta nunca en la Mussara, y que da un tono fantasmagórico a los ocho ruinosos edificios que se conservan en la sierra de la Mussara, a más de 1.000 metros de altura. La iglesia parroquial de Santa Salvador se consigna por primera vez en la bula que el papa Celestino III otorga a la iglesia de Tarragona en 1194. Así mismo, el rector de Almuzara contribuyó a las décimas papales de 1279 y 1280. Al final del siglo XV la parroquia era de colación del arzobispo de Tarragona y consta que a mediados del siglo XVIII llegó a serlo de la parroquia de Santa María de Vilaplana. La puerta del edificio actual, abandonado como el resto del pueblo lleva la fecha de 1859. El año 1936 fue destrozada una imagen de la virgen sentada con el niño, de madera policromada, del siglo XIV. Los fragmentos se trasladaron al Museo Comarcal de Reus.

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